Construir una startup no es fácil. Es probable que esa sea la razón por la que aproximadamente el 90% de las startups no logran una salida exitosa. Las condiciones económicas inciertas, la mala gestión, una mala idea de producto y cientos de otros factores pueden contribuir a la desaparición de una startup.
Pero algunos fundadores pueden encontrar constantemente la fórmula correcta que termina funcionando.
Uno de esos fundadores es Howard Marks, fundador y CEO de StartEngine, una de las plataformas de financiación colectiva de acciones más grandes del mundo.
En particular, Marks fundó Acclaim Games y Activision Games, dos estudios de juegos de gran éxito que finalmente fueron comprados por grandes exponentes del espacio.
Marks compró Activision Games en enero de 1991 y trabajó como cofundador, presidente y director de la empresa durante casi siete años y medio hasta 1998. Posteriormente, la empresa se fusionó con Blizzard Entertainment Inc. en 2008 y fue vendida a Microsoft Corp. (NASDAQ:MSFT) en enero de 2022 por 68.000 millones de dólares.
Después de su tiempo en Activision, Marks compró Acclaim Games y salió de la bancarrota en 2004. Usando su experiencia en Activision, Marks cambió Acclaim en unos seis años y lo vendió a Playdom, que fue adquirida por The Walt Disney Co. (NYSE:DIS) en 2010.
En algunos de sus blogs después de vender Acclaim Games, Marks dijo que quería hacer algo nuevo. En lugar de ser un fundador, quería ser un inversor. En 2011, inició un programa acelerador llamado StartEngine.
Durante sus primeros días, StartEngine era conocido como un acelerador. Las startups solicitarían unirse al programa, y el acelerador proporcionaría dinero, orientación y recursos para ayudarlos a despegar. Aquellos que completaron el programa obtendrían una inversión. A menudo, los capitalistas de riesgo invertirían junto con el acelerador.
Después de unos cinco años, el Congreso aprobó la Ley Jumpstart Our Business Startups (JOBS), permitiendo efectivamente que cualquiera invierta en startups. Al ver esto, Marks dio un ligero giro en 2016 y usó el mismo nombre que el acelerador para crear un portal de financiación colectiva de acciones, una entidad registrada donde las nuevas empresas recaudan fondos de la comunidad).
Desde 1933 hasta 2016, era ilegal que los inversionistas comunes invirtieran en startups, pero muchos de los nombres más importantes en finanzas comenzaron invirtiendo y fundando en estas firmas. Hacer bien una startup puede resultar en miles, decenas de miles e incluso cientos de miles de por ciento en ganancias y arreglar a alguien de por vida o hacer su cartera completa. También sirve como una gran opción de diversificación y permite una nueva vía de financiación para las pequeñas empresas. Ahora, cualquier pequeña empresa puede lanzarse en una plataforma y recaudar dólares de inversión de su comunidad y clientes.
Desde entonces, StartEngine ha crecido hasta convertirse en uno de los portales de financiación colectiva de capital más grandes del mundo con 1,1 millones de usuarios registrados, casi 700 millones de dólares recaudados y cientos de empresas al mes recaudando en la plataforma. StartEngine ha abierto una ronda propia de crowdfunding de capital para que cualquiera pueda invertir por un tiempo limitado.
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