Amazon.com Inc. (NASDAQ:AMZN) ya sabe demasiado y se ha convertido en una parte integral de la vida diaria. Con planes para incorporar inteligencia artificial (IA) más profundamente en Alexa, el equilibrio entre la conveniencia y la protección de la privacidad se vuelve esencial.
En una entrevista reciente con el podcaster Lex Fridman, el fundador de Amazon, Jeff Bezos, dijo: “Tenemos Alexa y Echo, y Alexa tiene cientos de millones de bases instaladas, ya sabes, entradas. Y así que hay Alexa en todas partes, ¿y adivina qué? Alexa está a punto de volverse mucho más inteligente”.
Alexa de Amazon ha experimentado un crecimiento significativo, con más de 400 millones de dispositivos inteligentes conectados a ella hasta septiembre. A pesar de su popularidad, Alexa ha sido un negocio que quema dinero para Amazon, perdiendo 10.000 millones de dólares el año pasado.
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Para mejorar sus capacidades, Amazon está trabajando en una versión de pago de Alexa, incorporando más características de inteligencia artificial y buscando hacerla una “tecnología de inteligencia artificial más conversacional y personalizada”, según Business Insider.
Este movimiento significa más que una actualización; marca un esfuerzo estratégico de Amazon para profundizar la integración de Alexa en la vida diaria de los usuarios.
Amazon aspira a convertir a Alexa en un compañero indispensable que no solo responde a comandos sino que anticipa y satisface las necesidades de los usuarios, convirtiéndose en una parte integral de su existencia cotidiana. Amazon quiere que Alexa se convierta en un compañero perfecto, fomentando una conexión más fuerte entre la tecnología y la vida humana.
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Sin embargo, la conveniencia prometida por la integración de estos dispositivos conlleva un posible intercambio: el riesgo de comprometer la privacidad.
Desde escuchar conversaciones hasta entender la disposición de las casas, Amazon puede tener acceso sin precedentes a la vida diaria, hábitos y rutinas de las personas.
A medida que un mundo más automatizado evoluciona, la convergencia de la inteligencia artificial y los dispositivos domésticos se ha vuelto inevitable, lo que genera preocupaciones sobre cómo estas tecnologías navegan por los espacios personales.