BEIJING, 16 de junio de 2021 /PRNewswire/ — Unos días antes de la cumbre del Día de la Tierra sobre el cambio climático, celebrada en abril, el Secretario de Estado Americano Antony Blinken reconoció que Estados Unidos se había quedado atrás con respecto a China en el desarrollo de la tecnología necesaria para frenar el cambio climático.
El dominio mundial de China en materia de energías renovables no es casual. Es el resultado del tipo de planificación a largo plazo que se ha convertido en una característica bien conocida del sistema de gobierno de la nación.
Los cimientos de la planificación económica de China han sido sus planes quinquenales, que comenzaron en 1953 y se inspiraron inicialmente en el sistema centralizado soviético. En los primeros años, los objetivos económicos y de producción no siempre se ajustaban al plan, y los funcionarios cometían errores.
Por ejemplo, durante el Great Leap Forward, una campaña económica de finales de los años 50 para transformar a China de una economía agraria a una industrial, muchos objetivos no se cumplieron porque eran demasiado ambiciosos. Como resultado, la campaña terminó en desastre.
El país aprendió de esa experiencia, diseñando objetivos alcanzables y realizando amplias consultas en los años siguientes. No fue hasta la década de los 70 – y el desencadenamiento de las revolucionarias políticas de “reforma y apertura”- cuando el mundo se sentó realmente y tomó nota.
Desde entonces, la planificación estratégica quinquenal del Partido Comunista de China ha facilitado la continua expansión económica del país y ha contribuido a su transformación en la segunda economía más grande del mundo.
La fuerte centralización del pasado se ha modificado en favor de una amplia aceptación de los objetivos de desarrollo nacional. De este modo, tienen más posibilidades de éxito. Se solicita la aportación de los ministerios, las empresas estatales, las administraciones provinciales, los académicos y los grupos de reflexión, los delegados del Partido Comunista de China de base, los partidos políticos no pertenecientes al CPC y el sector privado.
El resultado es que la economía de China pasó de más de 76.000 millones de dólares (493.000 millones de yuanes) en 1981 a casi 16 billones de dólares (100 billones de yuanes) en 2020. El PIB per cápita del país era comparable al de India en 1978, con unos 200 dólares (1.280 yuanes). Hoy es cinco veces mayor que el de su vecino, con 10.000 dólares (64.000 yuanes).
Los dirigentes de China suelen insistir en que hay que dejar que el mercado desempeñe un papel decisivo en la asignación de los recursos, y que el país no puede volver a una economía dominantemente planificada de forma centralizada.
Los planes quinquenales combinan la mano visible del gobierno y la invisible del mercado para convertir a China en la segunda economía más grande del mundo.