Ayer, el medio italiano Milano Finanza dio a conocer la noticia de que China está creando un megafondo por valor de 300.000 millones de yuanes (44.400 millones de dólares), datos de REDD, para salvar a los grupos inmobiliarios.
80.000 millones de yuanes estarían asegurados inicialmente por el China Construction Bank y el People’s Bank of China, el Banco Popular de China, a los que luego se sumarían otros bancos hasta los 300.000 millones de yuanes.
La noticia se acerca a la renuncia del CEO y CFO de Evergrande Group (HKG: 3333), ahora acusado de desviar los fondos de la empresa.
La crisis del coloso Evergrande
El fondo, aunque sustancial, solo cubre parcialmente las deudas del gigante inmobiliario chino. De hecho, Evergrande tiene actualmente alrededor de 7 veces más deuda y ha estado en serias dificultades financieras durante casi un año (ya el pasado septiembre nos preguntábamos si Evergrande podría convertirse en el próximo Lehman Brothers).
En marzo, se suspendió la cotización de las acciones, lo que arrastró a la bolsa de valores de Hong Kong a la baja.
La empresa en proceso de reestructuración no solo sufriría una gestión excesivamente codiciosa, sino que su crisis parecería ser parte de la debilidad más amplia del sector inmobiliario chino que, como comentó Marco Casario de The 10Min Trader, “en China, el sector inmobiliario privado no le está yendo bien: las ventas de casas nuevas han caído alrededor de un 40% y las autoridades podrían informar de una disminución anual del 20 al 30% en las ventas de casas nuevas a principios de 2022. Además, el caso Evergrande ha comprometido la posibilidad de que los constructores puedan financiarse a través de bonos cuyo costo de emisión es alto y la demanda de los mismos es baja”.
Todo un sector en crisis
El sector inmobiliario en China supone casi un tercio del PIB, con una carrera que se desarrolla a un ritmo frenético desde hace 15 años, impulsada por los intereses económicos directos del gobierno en relación a la construcción.
En China es costumbre comprar viviendas nuevas sobre el papel, pero el parón en la construcción por las dificultades de los constructores provocó este mes una postura firme por parte de los compradores, que en 22 ciudades decidieron dejar de pagar hipotecas a partir del 12 de julio. El origen de las causas radicaría en la lenta ejecución de las obras que ha acompañado la depreciación de las edificaciones en los últimos meses.
La negativa a pagar las cuotas de la hipoteca pone, pues, en evidencia las nubes en el horizonte de una tormenta que, como bien explicó Pictet en octubre, se prepara desde hace tiempo y frente a la cual el fondo que preparan los bancos chinos es un pequeño grano de arroz, inadecuado para salvar Evergrande, pero sinónimo de la voluntad constante del gobierno chino de intervenir en primera línea para salvar una economía que parece haber puesto ya el freno de mano.
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