Las acciones de Telefónica (BME:TEF) viven dos jornadas que pesan como plomo sobre su cotización: un desplome del 16 % que deja heridas visibles en el ánimo de los inversores y en la confianza del mercado. Tras presentar su plan estratégico y recortar el dividendo, la compañía se enfrenta a un ajuste que va más allá de los números: cuestiona la promesa de estabilidad que muchos accionistas veían en ella.
Lo que sucedió
Telefónica ha sufrido una caída acumulada del 16 % en apenas dos sesiones bursátiles. El golpe inicial llegó tras la presentación de sus resultados del tercer trimestre y, sobre todo, con el anuncio de un nuevo plan estratégico que no logró convencer al mercado. En la jornada posterior, las ventas continuaron con un descenso adicional del 4 %, arrastradas por la desconfianza hacia el futuro de sus dividendos y la generación de caja.
El recorte del dividendo fue la chispa que encendió la fuga de inversores. En empresas maduras y de bajo crecimiento, el pago regular a los accionistas funciona como un ancla de confianza. Al debilitar esa promesa, Telefónica empujó fuera del barco a quienes veían en el dividendo su principal razón de permanencia.
El contexto sectorial tampoco ayuda. Aunque el despliegue del 5G está casi completado en Europa, más del 70 %, y se espera que la próxima generación, el 6G, requiera menos inversión en hardware, las previsiones de rentabilidad futura no terminan de convencer. El gasto de capital (capex) del sector podría caer del 15,5 % al 14,5 % de los ingresos en 2027, pero eso no basta para compensar el impacto de una menor caja disponible hoy.
En suma, Telefónica se encuentra en una encrucijada: menos dividendos, menor flujo de caja y una base inversora que exige estabilidad. Las dudas sobre su nuevo rumbo estratégico han abierto un vacío de confianza que el mercado no perdona fácilmente.
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Por qué es importante
El desplome no solo afecta a Telefónica. Según El Economista, la caída ha puesto en aprietos a Morgan Stanley, que cubre el riesgo de precio de la participación del 9,9 % del grupo saudí STC. Con la acción por debajo del precio pactado de 4,32 dólares, el banco estadounidense acumula pérdidas latentes y podría verse obligado a compensar a su cliente si la situación no mejora antes de marzo de 2026.
La operación de entrada de STC en 2023 fue una jugada arriesgada, y polémica, que tensó la relación entre la operadora española y Morgan Stanley. Ahora, la caída de la acción reabre viejas heridas: tanto el banco de inversión como la propia SEPI (la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) y CriteriaCaixa acumulan minusvalías en sus posiciones. Las compras públicas se realizaron a precios de 4,61 dólares, por lo que el deterioro del valor afecta también al Estado español.
Más allá de las cifras, el episodio plantea una pregunta incómoda: ¿hasta qué punto la acción de Telefónica puede seguir siendo refugio de estabilidad en un mercado que castiga los tropiezos estratégicos? Lo que está en juego no es solo el dividendo, sino la credibilidad de una de las empresas más emblemáticas del IBEX 35.
Imagen: Jose Miguel Sanchez / Shutterstock.com
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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