Telefónica (BME:TEF) encendió las alarmas en Bolsa tras presentar su nuevo plan estratégico: las acciones sufrieron una fuerte reacción en cadena y el mercado volvió a mostrar su desconfianza ante recortes en la retribución al accionista y previsiones más moderadas. Lo que para la compañía es una hoja de ruta de largo plazo, para muchos inversores fue una señal de que la era de los dividendos fáciles toca a su fin. El pulso se notó en el Ibex y en el ánimo de analistas: nervios y preguntas sobre ejecución.
Lo que sucedió
Las acciones de Telefónica volvieron a caer con fuerza el 5 de noviembre de 2025, perdiendo cerca del 3% en una sesión de elevada volatilidad tras sufrir el día anterior su mayor desplome en cinco años (un retroceso cercano al 13%). El valor se convirtió otra vez en el más negociado del mercado español, con caídas continuadas que han tensionado la cotización.
La presentación del plan estratégico dejó decisiones concretas: el dividendo con cargo a 2026 se recorta a la mitad y para 2027-2028 la retribución irá en un rango del 40 % al 60 % del flujo de caja libre, según la nueva fórmula, mientras la compañía guía un crecimiento del flujo de caja libre del 3 % al 5 % anual.
En materia de balance, el objetivo anunciado es reducir el apalancamiento hasta 2,5 veces el EBITDA en 2028, frente a las 2,9 veces actuales; una meta que la dirección presenta como necesaria para proteger el rating y la solidez financiera, pero que no calmó a los mercados.
La reacción del mercado fue contundente y prolongada: Telefónica encadenaba ya seis sesiones de caídas desde el martes 28, perdiendo en esas jornadas una quinta parte de su valor; la sesión del martes fue su peor desde el 12 de marzo de 2020. El presidente, Marc Murtra, admitió que hay “decisiones difíciles” por tomar, una confesión que no suavizó la ventana de desconfianza.
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Por qué es importante
La respuesta del mercado no fue aislada: en dos días las caídas acumuladas alcanzaron niveles relevantes, un descenso del 16 % en el conjunto de la reacción, y eso refleja que el recorte del dividendo ha cambiado la percepción de gran parte de la base accionarial, que buscaba rentas estables. Al mismo tiempo, el plan anuncia hasta 32.000 millones de euros de inversión, con foco en España, Reino Unido, Alemania y Brasil, lo que explica el choque entre mayor inversión y menor retribución al accionista.
Desde el punto de vista operativo y de sector, la presión sobre la inversión es real: la integración del 5G en Europa supera el 70 % y se espera que la intensidad de capex del sector se modere; aun así, los inversores piden claridad sobre cuánto y cuándo se traducirán esas inversiones en crecimiento visible. Esa tensión entre “invertir para el futuro” y “pagar hoy al accionista” es la razón por la que algunos analistas, y el mercado, están revisando a la baja su visión sobre el valor.
Además, las casas de análisis subrayan que lo anunciado es una dirección, no una ejecución garantizada: se habla de posible ampliación de capital, de ajustes de plantilla y de moderación del capex para priorizar caja, pero la credibilidad dependerá de hitos concretos. En otras palabras, y con cautela: el plan puede ser necesario… pero su éxito está pendiente de cómo se traduzcan las palabras en cifras y plazos.
Imagen: Jose Miguel Sanchez / Shutterstock.com
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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