En un mercado donde pocos logran desafiar la gravedad, Iberdrola (BME:IBE) vuelve a brillar. La eléctrica vasca ha superado los máximos anuales y se adentra en subida libre, un territorio sin resistencias conocidas donde el precio avanza guiado por la confianza del mercado. Los inversores la observan con expectación, midiendo cada movimiento en busca de señales de continuidad o pausa.
Lo que sucedió
En el gráfico diario de Iberdrola (IBE), el precio ha roto los máximos del año, situándose en una fase de clara fortaleza técnica. Este movimiento coloca a la compañía entre los valores más destacados del IBEX 35 y del conjunto europeo. La acción mantiene un tono alcista que se refuerza sesión tras sesión, mientras la demanda empuja con firmeza los precios hacia nuevos terrenos.
La superación de los máximos ha venido acompañada de un incremento en la volatilidad, una señal habitual en momentos de ruptura, aunque la tendencia general sigue siendo positiva. El indicador MACD, que mide el impulso del precio, muestra lecturas de sobrecompra, pero continúa con cortes ascendentes, confirmando que la fuerza compradora sigue viva.
El único matiz a vigilar es precisamente esa sobrecompra técnica. Los analistas suelen interpretarla como una señal de que el movimiento podría tomarse un respiro, sin que ello implique necesariamente un cambio de tendencia. Por ahora, las señales de debilidad brillan por su ausencia.
Como referencia, el primer nivel de soporte se sitúa en los 16,50 euros por acción, correspondiente al cierre del 9 de octubre. Ese punto coincide con un gap alcista (hueco en el gráfico) abierto al día siguiente. Mientras dicho hueco permanezca intacto, el control seguirá claramente en manos de los compradores.
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Por qué es importante
Según Finanzas.com, Iberdrola ha reportado beneficios hasta septiembre por debajo de lo previsto, afectados por un entorno energético más exigente. Sin embargo, el mercado parece haber anticipado estos resultados y ha centrado su atención en la capacidad de la compañía para mantener márgenes sólidos y una política de dividendos estable. La lectura es clara: el inversor valora más la visibilidad y la consistencia a largo plazo que los vaivenes trimestrales.
El contexto europeo añade un matiz relevante. En un escenario donde muchas utilities afrontan presión por los precios de la energía y los tipos de interés, Iberdrola se desmarca por su diversificación geográfica y su apuesta firme por las renovables. Esa estrategia le permite amortiguar mejor los cambios regulatorios y mantener el pulso en bolsa incluso cuando soplan vientos en contra.
Además, la acción simboliza algo más que una cifra en pantalla: refleja la confianza en un modelo de transición energética rentable. En tiempos de incertidumbre, Iberdrola actúa como refugio, y eso explica por qué tantos ojos siguen sus gráficos con el mismo interés que un marino observa el horizonte antes de zarpar.
Imagen: lma_ss / Shutterstock.com
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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