El fabricante catalán de hemoderivados Grifols SA (BME:GRF) vive un 2025 de vértigo en los mercados: sus acciones se revalorizan un 37 % y han dejado atrás las dudas sembradas por Gotham City Research y la investigación de la CNMV. Mientras los grandes competidores internacionales tropiezan, Grifols se apoya en resultados mejores de lo esperado y en el regreso del dividendo para reforzar la confianza de los inversores.
Lo que sucedió
En lo que va de año, las acciones de Grifols se han disparado en bolsa con una revalorización del 37 %, un movimiento que la sitúa en clara ventaja frente a sus grandes competidores mundiales. Este rally bursátil no solo refleja la recuperación tras los ataques de los bajistas, sino que también confirma la confianza renovada de los inversores en su negocio.
Los rivales internacionales han tenido un camino mucho más accidentado. Baxter, gigante estadounidense del sector, acumula caídas cercanas al 20 % en 2025 después de decepcionar al mercado con unos resultados trimestrales por debajo de lo previsto y recortar sus guías anuales de ingresos y beneficios. La reacción fue inmediata: un desplome del 23 % en un solo día, la peor caída en dos décadas.
La japonesa Takeda tampoco ha convencido. Aunque sus acciones logran un avance del 3,9 % en el año, esta cifra queda muy por debajo de la evolución de Grifols. Además, los analistas han señalado riesgos en el cumplimiento de sus previsiones de negocio, lo que limita el entusiasmo en torno al valor.
En Australia, CSL Behring lidia con sus propios obstáculos: los títulos retroceden un 6 % en 2025, lastrados en buena parte por los aranceles impuestos por Donald Trump sobre la industria farmacéutica australiana. En este escenario de tropiezos globales, Grifols destaca como la excepción positiva.
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Por qué es importante
El verdadero punto de inflexión llegó con los resultados más recientes de Grifols. A diferencia de Baxter, cuya publicación de cuentas provocó un desplome, la empresa catalana registró su mayor subida del año. El detonante fue el anuncio del regreso del dividendo tras cuatro ejercicios de sequía: un gesto que el mercado interpretó como una señal de confianza en la solidez de su caja.
El dividendo, aunque modesto en cuantía, se convierte en símbolo. Como apuntó el analista Javier Molina, “no son promesas, son señales”. Volver a retribuir a los accionistas implica que la compañía cree haber superado la etapa crítica y que su motor financiero vuelve a girar con fuerza. Esa lectura explica por qué el optimismo se disparó justo cuando sus rivales ofrecían señales de debilidad.
Los números respaldan esta narrativa. Grifols redujo su deuda neta hasta 7992 millones de euros, con una ratio de 4,2 veces ebitda ajustado, un nivel de apalancamiento raramente visto en la firma. Además, generó un flujo de caja libre positivo de 30 millones gracias a un menor consumo de circulante. Todo ello permitió mantener previsiones anuales de ventas y ebitda, mientras que el flujo de caja mejoró. Un contraste evidente con el entorno internacional, que explica por qué los inversores la empujan de nuevo hacia los 13 euros por acción.
Imagen creada con Inteligencia Artificial
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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