España es la cuarta economía más grande de la zona euro, pero sus acciones apenas encuentran hueco en las carteras de los gestores nacionales. Un dato lo dice todo: menos del 2 % del patrimonio de los fondos españoles está invertido en su propia bolsa. Mientras tanto, el Ibex 35 acumula subidas de doble dígito y algunas de sus grandes empresas brillan con fuerza. ¿Por qué, entonces, la inversión local sigue siendo la gran ausente en casa?
Lo que sucedió
España ha perdido peso en los mercados bursátiles europeos, y el reflejo más tangible es su desplome dentro del índice Euro Stoxx 50. Si en 2013 las compañías españolas suponían un 12,3 % del índice, ahora representan apenas un 6,5 %. Esta pérdida de protagonismo no solo afecta al escaparate internacional, también golpea la percepción local del propio mercado.
Los datos recopilados por Inverco y la CNMV muestran un retroceso notable: los fondos españoles destinan solo un 1,7 % de su inversión a acciones domésticas. Una caída drástica respecto al 4,2 % registrado hace una década. Esta desafección se ha traducido en una fuga de capital hacia mercados más grandes y dinámicos.
A cierre de 2024, los fondos centrados en la bolsa española gestionaban apenas 2.645 millones de euros. Para ponerlo en perspectiva: esa cifra es inferior a la que manejan los fondos españoles de renta variable emergente, lo cual dice mucho del cambio de preferencias.
Varios factores explican este desapego. Desde una estructura de mercado demasiado concentrada en bancos hasta una década de tipos bajos que favoreció a otras bolsas, como la estadounidense. La percepción de bajo crecimiento y menor innovación también ha pasado factura al atractivo inversor.
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Por qué es importante
La composición sectorial del mercado español ha jugado en su contra. Durante años, el peso del sector financiero y la escasa presencia de tecnológicas restaron dinamismo frente a mercados como el estadounidense, donde florecieron las grandes compañías de crecimiento. Esto hizo que muchos fondos perfilados optaran por diversificarse fuera de Europa.
La gestión pasiva también ha cambiado las reglas del juego. Los fondos indexados, que ganan peso por sus bajas comisiones, replican índices globales donde España tiene un papel testimonial. Con apenas un 1-2 % de representación en esos índices, nuestro mercado queda en la periferia de la inversión automática. Así, el dinero va donde va el índice, y España no está ahí.
A todo esto se suma un marco regulatorio poco competitivo. Falta de incentivos fiscales, trabas a la inversión extranjera o la prohibición del préstamo de valores han ahuyentado capitales. Aunque algunas reformas ya están en camino, como la posible autorización del préstamo de valores por parte de las gestoras, el cambio aún no se ha materializado del todo.
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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