En un entorno donde la optimización fiscal se ha convertido en una prioridad estratégica para los grandes capitales, Wall Street ha encontrado una nueva fórmula que prescinde de estructuras offshore o complejos entramados legales. El nuevo enfoque: rediseñar los populares fondos cotizados (ETF) para replicar al S&P 500… sin repartir ni un solo dividendo. Una jugada que redefine los límites de la planificación fiscal sin romper (aún) las reglas.
El fondo que no quiere cobrar
Este 10 de julio marcó el debut del S&P 500 No Dividend Target ETF, un producto lanzado por la gestora Roundhill Investments con una premisa tan simple como disruptiva: ofrecer exposición al índice más representativo del mercado estadounidense, pero evitando cualquier flujo de ingresos derivados de dividendos.
La estrategia detrás del fondo es quirúrgica. En lugar de invertir directamente en las acciones del índice, Roundhill utilizará otros ETF que siguen al S&P 500, como los fondos de Vanguard, y rotará entre ellos justo antes de que se produzca el reparto de dividendos. De este modo, el fondo evita que sus partícipes reciban pagos periódicos sujetos a tributación.
“Este producto está pensado para inversores fiscalmente sensibles, que buscan crecimiento a largo plazo sin complicaciones tributarias intermedias”, explicó Dave Mazza, CEO de Roundhill. Según la gestora, se trata de una propuesta inédita en el mercado: no se limita a reinvertir los dividendos, sino que directamente impide que estos se generen.
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Una tendencia con implicaciones profundas
La propuesta de Roundhill aparece en un momento clave. El fuerte desempeño del S&P 500 en los últimos años ha incrementado la exposición a rentas imponibles vía dividendos, generando tensiones fiscales especialmente entre inversores de altos ingresos y entidades institucionales. Frente a ese contexto, las gestoras están desarrollando productos que integran la eficiencia fiscal como un valor de diseño, no como un añadido.
Algunos ejemplos recientes acompañan esta tendencia. El Burney US Factor Rotation ETF, por ejemplo, permite reorganizar carteras dentro de estructuras ETF sin generar eventos tributables. El Cambria Tax Aware ETF, por su parte, parte de acciones con fuertes plusvalías latentes y se gestiona para minimizar ventas y, con ellas, los impuestos sobre ganancias.
El fondo de Roundhill va un paso más allá, al eliminar la necesidad de gestionar esos ingresos desde el principio. Para los inversores que priorizan la acumulación y el crecimiento compuesto, este tipo de estructuras pueden resultar más atractivas que los tradicionales fondos de acumulación que simplemente reinvierten dividendos ya cobrados.
¿Elusión inteligente o vacío regulatorio?
Aunque el producto no infringe ninguna norma, su irrupción abre un debate incómodo sobre los límites de la ingeniería financiera y su impacto en la equidad fiscal. ¿Hasta qué punto puede transformarse la obligación tributaria en una simple cuestión de diseño de producto? Y si más fondos adoptan este enfoque, ¿no se traslada la carga impositiva a una base cada vez más estrecha?
Mientras los reguladores observan y los fiscalistas debaten, la carrera por la eficiencia fiscal continúa. Otras firmas como LionShares y F/m Investments ya trabajan en vehículos similares, con el objetivo de minimizar aún más las distribuciones y convertir a los ETF en una herramienta no solo de inversión, sino también de planificación tributaria avanzada.
Imagen: Shutterstock
Esta historia ha sido editada por Edgli Romero
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