BEIJING, 10 de junio de 2021 /PRNewswire/ — Más de 1.000 marcas mundiales, entre ellas la suiza Swatch, la austriaca Swarovski, la japonesa Shiseido y la estadounidense Tesla, se dieron cita en la primera Exposición Internacional de Productos de Consumo de China, celebrada en mayo en Haikou, capital de la provincia meridional de China de Hainan.
Con una gran cantidad de exposiciones y ferias de negocios, comercio, invención e innovación, el acceso a los productos extranjeros es ahora fácil y conveniente en China. Pero hace décadas, la historia era completamente diferente.
Antes de la década de 1970, mucha gente tenía dificultades para llenar la barriga, y mucho menos para mimarse con una sesión de compras.
La política de reforma y apertura de China alteró el curso del desarrollo del país.
Desde el inicio de esta política, el país ha pasado por tres grandes oleadas de apertura.
La primera comenzó en 1978 y continuó durante las décadas de 1980 y 1990. En ella se produjo una afluencia de inversiones extranjeras directas para la construcción de infraestructuras y proyectos industriales en todo el país.
La segunda oleada comenzó en 2001 con la adhesión de China a la OMC, que estimuló otra oleada de inversiones extranjeras y una mayor integración en la economía mundial.
Ahora, cuando China se embarca en un nuevo capítulo de desarrollo en el marco de su 14º Plan Quinquenal, la nación está en la cúspide de una nueva ola marcada por iniciativas proactivas para profundizar aún más en la integración.
Entre ellas se encuentran el desarrollo de nuevas zonas de libre comercio (FTZ) y el puerto de libre comercio de Hainan, la integración de la Gran Área de la Bahía de Guangdong–Hong Kong–Macao, y nuevos acuerdos internacionales de comercio e inversión como el Acuerdo Económico Global Regional (RCEP).
Este enfoque político ha impulsado las reformas y ha ampliado el mercado, permitiendo una división del trabajo más especializada. Además, la intensa competencia estimulada por la liberalización del comercio y la reducción de los aranceles de importación ha obligado a las empresas nacionales a ser más eficientes. También ha conducido a la optimización de la asignación de recursos y a la modernización industrial.
En más de 40 años de reforma y apertura, las importaciones y exportaciones totales de China se han disparado de 20.600 millones de dólares a más de 4,5 billones de dólares, convirtiendo al país en la primera nación comercial del mundo.
Habiendo hecho pasar a la nación de tiempos de escasez a la experiencia de compra actual, la reforma y la apertura no sólo son una receta para el éxito de China, sino que se han convertido en una fuerza motriz indispensable para un mundo más próspero.
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