En 2010, Warren Buffett hizo una declaración ingeniosa pero contundente en CNBC de que estaría “cenando en el Día de Acción de Gracias en McDonald’s” si no hubiera sido por el rescate financiero del gobierno en 2008.
Como siempre, Buffett pronunció la frase con su distintiva mezcla de ingenio y perspicacia, insinuando la gravedad de lo que podría haber sido un colapso financiero total. Y seamos realistas: teniendo en cuenta el cariño que le tiene a McDonald’s, la verdad es que no hubiera sido la peor cena de Acción de Gracias que se podría imaginar, pero el mensaje subyacente no se le escapó a nadie: las apuestas en 2008 no eran algo de broma.
La economía estaba en caída libre después de la caída de Lehman Brothers, un punto de inflexión en la crisis financiera que expuso lo frágil que era en realidad el sistema bancario mundial.
Fue una época en la que se habían alineado los “dominós de las empresas de América”, preparándose para derrumbarse. Como dijo Buffett, “pero había trescientos millones de dominós estadounidenses detrás de ellos: fondos del mercado monetario, planes 401(k), empleos, ingresos, todas esas cosas iban a derrumbarse como nadie había visto nunca”. Y tuvo razón. Los mercados de dinero se congelaron, las pérdidas de empleo aumentaban diariamente y la confianza en la economía se evaporó tan rápido como los precios de las acciones.
¿Y después qué pasó? El gobierno intervino a gran escala. La Reserva Federal, el Tesoro y el Congreso se unieron para lanzar un paquete de rescate sin precedentes que inyectara liquidez en el sistema. Se crearon programas para estabilizar los bancos y mantener el flujo de crédito. No fue bonito ni popular, pero tal como lo describió Buffett, “alguien tenía que evitar que se derrumbaran los dominós y el gobierno era el único que podía hacerlo”.
En una carta que escribió “al Tío Sam” que apareció en The New York Times, Buffett lo explicó de esta manera: “A menudo desperdicias y a veces eres un matón. En ocasiones, eres francamente exasperante. Pero en esta emergencia extraordinaria, saliste adelante, y el mundo sería muy diferente ahora si no lo hubieras hecho”. La carta la firmó simplemente con: “Tu agradecido sobrino, Warren”. Para Buffett, el rescate no se trataba de salvar a los propios bancos, sino de salvar a la economía. Sin este rescate, incluso multimillonarios como él podrían haber cambiado su pavo festivo por una Big Mac y patatas fritas.
Lo que hizo que los comentarios de Buffett fueran particularmente notables fue elogiar a los presidentes George W. Bush y Barack Obama, algo raro en un clima político que estaba lejos de ser bipartidista. Reconoció que ambas administraciones habían actuado con valentía para evitar una posible repetición de la Gran Depresión. El momento de alta intensidad dejó a Buffett agradecido y aliviado, a pesar de su habitual reticencia a aplaudir a los grandes movimientos del gobierno.
Si bien la broma sobre McDonald’s fue de la más pura esencia de Buffett: una mezcla de humor y humildad, su mensaje fue serio. El colapso de Lehman Brothers no solo sacudió a Wall Street; creó un efecto dominó que puso en peligro los futuros financieros de los estadounidenses de a pie. “Si el gobierno no hubiera actuado”, dijo, “estaríamos viviendo en un mundo que sería muy diferente ahora”.
Buffett es un conocido admirador de McDonald’s, donde suele desayunar antes de ir a la oficina en Omaha y donde, como es bien sabido, tiene una “tarjeta dorada” de McDonald’s que le da comida gratis de por vida en su ciudad natal. Incluso bromeó diciendo que es más indulgente en su elección de desayuno cuando se siente “especialmente rico”. Pero, ¿la idea de cenar en Acción de Gracias bajo el Arco Dorado? Incluso para Buffett, era una visión desalentadora de lo que podría haber sido si el Tío Sam no hubiera actuado con el rescate financiero de 2008.
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