Cuando la economía empieza a tambalearse y los tambores de recesión suenan con fuerza, hay un activo de mercado que sirve como termómetro para medir el estado de la economía global. No se trata de un indicador adelantado o de actividad como el PMI o el PIB, sino que se trata del cobre. La materia prima es una de las más usadas por la industria y, además, se ha convertido en un aliado esencial para la transición energética. Así, cuando esta commodity comienza a caer significa que la industria está demandando menos, lo cual se traduce en un menor consumo final.
Históricamente, los precios del cobre han marcado el compás de la economía y han ido reflejando en su precio el consumo final. Así, cuando el cobre sube, se traduce en una mayor demanda, o también puntualmente en temores por falta de suministro como ha ocurrido con la guerra de Ucrania o la pandemia. Pero, a grandes rasgos, sus subidas son por un aumento de la actividad industrial y sus bajadas por una menor necesidad de la materia prima por parte de la industria.
¿Qué ha pasado con el cobre?
La pandemia avivó los precios del cobre por los problemas en las cadenas de suministro. Así, el cobre llegó a escalar por encima de los 10.300 dólares por tonelada en la primavera de 2021 por esos cuellos de botella que hicieron elevar los precios de la práctica totalidad de las materias primas. Tras un descenso en los precios, debido a la paulatina vuelta a la normalidad, el cobre volvió a dispararse por la guerra de Ucrania y esos nuevos temores ante la falta de suministro.
Así las cosas, la materia prima está bailando sobre el hilo de los 7.000 dólares por tonelada, lo cual regresaría a niveles de 2018-2020, antes de la pandemia. Sin embargo, las condiciones actuales son diferentes, ya que los cuellos de botella siguen presentes al igual que la guerra. Es decir que, pese a los problemas actuales, la industria ha comenzado a demandar menos cobre.
Con todo ello sobre la mesa, lo que esto parece indicar es que los inversores deben prestar atención a la evolución de los precios del cobre para saber cómo de cerca está una posible recesión, a la que parece que nos acercamos cada vez más.
Sin embargo, no todo tiene connotaciones negativas, ya que también podría ayudar a controlar y reducir la actual inflación, que se encuentra en máximos de cuatro décadas y que, por el momento, no ha tocado techo para comenzar a descender.
Por tanto, el precio del cobre nos sirve como termómetro económico mundial y podemos utilizarlo para calibrar el estado de la economía, así como esa posible recesión que estaría por llegar. La tendencia actual es bajista, pero sigue en niveles prepandemia y no tanto recesivos.
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