La decisión de Sarah Bloom Raskin de rechazar su nominación a vicepresidenta de supervisión bancaria de la Reserva Federal por parte del presidente Joe Biden se ha atribuido a su defensa del uso de los poderes regulatorios del banco central para imponer el cumplimiento de los riesgos climáticos dentro de las instituciones financieras.
Anteriormente, Raskin fue miembro de la Junta de Gobernadores de la Fed y subsecretaria del Tesoro bajo la administración de Obama, pero la nominación sentó un precedente porque el enfoque de su candidatura estaba dirigido a su filosofía política con respecto al papel de los reguladores financieros.
Al no conseguir el apoyo de la mayoría en el Senado (los 50 republicanos más el demócrata de Virginia Occidental Joe Manchin se opusieron a su nominación), la fallida candidatura de Raskin podría plantear la cuestión de si la defensa de las soluciones al cambio climático es una idea políticamente oportuna.
La opinión de Raskin
El pasado mes de septiembre, Raskin publicó un artículo de opinión en Project Syndicate que cuestionaba por qué EE.UU. no podía seguir el ejemplo de otros países e incorporar las preocupaciones sobre el cambio climático en sus actividades de regulación financiera.
“Aunque ninguna de sus agencias reguladoras fue diseñada específicamente para mitigar los riesgos de eventos relacionados con el clima, todas ellas tienen un mandato lo suficientemente amplio como para abarcar estos riesgos dentro del alcance de los instrumentos que ya les han sido concedidos por el Congreso”, escribió. “Por consiguiente, todos los reguladores de EE.UU. pueden, y deben, analizar sus poderes existentes y reflexionar sobre cómo podrían influir en los esfuerzos para mitigar el riesgo climático”.
Raskin argumentó que se debería alentar a los reguladores financieros “a pensar de una forma más imaginativa sobre cómo pueden apoyar los esfuerzos de transición locales. Por ejemplo, ¿cómo podrían combinarse las políticas financieras de diversas agencias para generar resultados que permitan a las empresas alcanzar sus objetivos de cero emisiones netas? ¿Cómo se puede utilizar la política financiera para favorecer la aceleración de una transición que reubica a los trabajadores en nuevos puestos de trabajo, o para ayudar a los hogares a los que se les pide que cambien sus hábitos de gasto? ¿Y cómo pueden los cambios regulatorios relacionados con la divulgación, el acceso al crédito y la fijación de precios del riesgo respaldar una transición ecológica rápida y justa?
Según un informe de Politico, Raskin no pidió disculpas cuando informó al presidente Biden de su decisión de no continuar con su nominación.
“Su punto de discordia fueron mis sinceras declaraciones públicas sobre el cambio climático y los costes económicos relacionados”, escribió en una carta a Biden. “Era, y es, mi opinión madurada de que los peligros del cambio climático se tienen que añadir a la lista de riesgos graves que tiene en cuenta la Reserva Federal mientras trabaja para garantizar la estabilidad y la capacidad de recuperación de nuestra economía y nuestro sistema financiero”.
Tiempos de cambio
La opinión pública, en su mayoría, ha apoyado los esfuerzos para crear conciencia y reconocer la responsabilidad por los cambios climáticos. El 23 de febrero, los datos de Climate Opinion Maps de la Universidad de Yale mostraron que el 72% de los estadounidenses admitía que el calentamiento global es un hecho real que está ocurriendo, el 65% afirmaba que estaba preocupado por la situación y el 77% estaba de acuerdo con que el gobierno destinara fondos a la investigación de soluciones de energía renovable y ofreciera desgravaciones fiscales por el uso de paneles solares y vehículos energéticamente eficientes.
El día después de que se publicara el estudio de Yale, el ejército ruso invadió Ucrania y esta nueva guerra volvió a centrar la atención en las políticas energéticas en todo el mundo. Dentro de EE.UU., la administración Biden respondió a esta crisis, que ha incluido precios récord de la gasolina en todo el país, con el reforzado deseo de alejar a la nación de los combustibles fósiles y apostar por la energía verde. Sin embargo, estos esfuerzos quedaron en un muy segundo plano ante la subida de los precios de la gasolina que tanto están afectando a muchos estadounidenses.
En una conferencia de prensa del 8 de marzo en la que participaron la vicepresidenta Kamala Harris y el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, se planteó el problema con este enfoque. Harris habló con entusiasmo sobre un futuro con camiones de transporte de cero emisiones, mientras que Buttigieg pidió que la gente utilice más el transporte público y se implementen planes para construir una red nacional de estaciones de carga de vehículos eléctricos de 5.000 millones de dólares. Ninguno de los dos dijo ni una sola palabra sobre la actual crisis que ha generado la subida de los precios de la gasolina.
“Es posible abordar la crisis climática y hacer crecer nuestra economía al mismo tiempo”, afirmó Harris.
Pero mientras Harris y Buttigieg insistían en que mirásemos hacia el futuro, Biden insistía en que no lo mirásemos a él con respecto a los problemas energéticos actuales. Antes de la guerra de Ucrania, culpó de la subida de los precios de la gasolina a compañías energéticas supuestamente codiciosas que abusaban del público. Sin embargo, desde que empezó la guerra, le echa la culpa a su homólogo ruso.
“La actual subida de los precios de la gasolina es, en gran parte, culpa de Vladimir Putin”, señaló el lunes en un discurso ante la National League of Cities, y añadió que lo peor estaba aún por llegar. “Los precios de la gasolina y los precios del combustible para la calefacción de los hogares seguirán subiendo debido a estos embargos sobre el petróleo ruso y otras cosas que ésta persona ha provocado”.
El fútbol político
A principios de esta semana, 80 legisladores demócratas de la Cámara de Representantes enviaron una carta a Biden exigiendo que reiniciara las negociaciones sobre su Build Back Better Act, que incluye más de 500.000 millones de dólares en inversiones para hacer frente al cambio climático.
La ley se quedó estancada cuando el senador Manchin de West Virginia votó en contra de la misma. Sin su respaldo, no podría obtener la aprobación de un Senado equitativamente dividido que se posicionaría a favor de los demócratas al emitir el vicepresidente Harris el voto de desempate.
“A lo largo de todo el 2021, fuimos testigos de los devastadores impactos de la crisis climática, lo que deja aún más claro por qué no podemos esperar para tomar medidas que cambien la situación”, escribieron los legisladores en su carta. “El hecho de no actuar ahora tendrá consecuencias irreversibles para nuestras generaciones futuras”.
Pero, ¿atraerá a los votantes este énfasis en el cambio climático? Un estudio del Pew Research Center publicado el 16 de febrero (ocho días antes de la invasión rusa de Ucrania), mostró que “abordar el cambio climático” ocupaba el puesto número 14 de los 18 temas que más preocupaban a los votantes estadounidenses. Las cuestiones socioeconómicas, incluido el fortalecimiento de la economía, la gestión de la Covid-19 y la calidad de la educación eran las principales preocupaciones de los votantes. Entre los datos demográficos por edades, el 54% de los adultos menores de 30 años dijeron que el cambio climático global debería ser máxima prioridad, pero el asunto tenía mucha menos prioridad entre otros grupos de edad.
El cambio climático no era una prioridad que compartieran los demócratas y republicanos que respondieron al estudio de Pew. El 65% de los demócratas insistían en que el cambio climático era una prioridad, frente a solo el 11% de los republicanos.
Como era de esperar, la división partidista se intensificó después de la renuncia de Raskin, y la Casa Blanca emitió un comunicado culpando del fracaso a los “ataques infundados de la industria y los grupos de interés conservadores”. Por su parte, el líder de la minoría del Senado, Mitch McConnell (Partido Republicano – Kentucky), afirmó que “ya es hora de que la Casa Blanca admita su error y nos envíe a alguien que esté a la altura”.
La opinión de Benzinga
Por el momento, el pueblo parece no respaldar el mensaje sobre el cambio climático de Biden (ni cualquiera del resto de sus mensajes). Según los datos que ha publicado esta semana la fuente de datos FiveThirtyEight, una división de ABC News Internet Ventures de Walt Disney Co. (NYSE:DIS), Biden tiene un índice de aprobación del 42,8%. Recordemos que, cuando asumió el cargo, su índice de aprobación era del 53%.
Si el fracaso de la nominación de Raskin es un indicio, el cambio climático podría empezar a utilizarse como una herramienta contra los políticos en lugar de como una plataforma para promover una agenda política. Y para aquellos que presionan agresivamente para que el cambio climático se convierta en una prioridad política y económica, parece que se necesita una nueva estrategia para dirigirse a un público votante al que le preocupan mucho más las crisis actuales que cómo será el medio ambiente dentro de 50-100 años.
Foto: Catazul/Pixabay