La Bolsa española vivió un mediodía de números rojos. El IBEX 35, principal termómetro del mercado nacional, cayó un 1,06 % y perdió la cota psicológica de los 15 000 puntos, situándose en los 14 910 enteros. El movimiento reflejó un giro en la sesión: lo que empezó como un retroceso suave terminó intensificándose a lo largo de la mañana.
El arranque fue titubeante, con una caída inicial del 0,14 %. Sin embargo, la presión bajista se aceleró, siguiendo la estela de las demás plazas europeas. La clave vino desde el otro lado del Atlántico: los futuros de Wall Street apuntaban a pérdidas, pese a que la víspera el índice S&P 500 había cerrado en máximos históricos. Un contraste que encendió las alarmas de los inversores.
La banca y la tecnología fueron los sectores más golpeados. Las entidades financieras de la eurozona cayeron de media un 1,3 %, con especial debilidad en Reino Unido, donde pesa el rumor de un nuevo impuesto bancario. Al mismo tiempo, las grandes tecnológicas europeas cedieron alrededor de un 1 %. Entre los valores del IBEX, IAG encabezó las pérdidas con un 1,98 %, seguida muy de cerca por Santander, que se dejó un 1,97 %.
El telón de fondo macroeconómico tampoco ayudó. En España, la inflación interanual se mantuvo en el 2,7 % en agosto, mientras que en Italia bajó al 1,6 %. Todos los ojos, sin embargo, estaban puestos en Estados Unidos: se esperaba la publicación del deflactor PCE, un indicador clave para la Reserva Federal a la hora de decidir sobre tipos de interés. En paralelo, el petróleo Brent retrocedió hasta los 68 dólares por barril y el bitcoin perdió casi un 2 %, moviéndose en torno a los 110 000 dólares.
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Por qué es importante
Las caídas en el IBEX y en el resto de Europa muestran cómo la dependencia de Wall Street sigue marcando el pulso de los mercados globales. Aunque los índices estadounidenses habían cerrado en máximos, la señal de debilidad en sus futuros bastó para desatar ventas en Europa. Es un recordatorio de que, en un mundo financiero hiperconectado, la confianza puede evaporarse en cuestión de minutos.
El castigo a la banca europea refleja también la sensibilidad del sector ante cualquier cambio regulatorio. El mero rumor de un nuevo impuesto en Reino Unido fue suficiente para arrastrar al resto del continente. En un sector que ya navega con estrechos márgenes y supervisión estricta, este tipo de noticias actúan como chispa en un terreno cargado de pólvora.
Finalmente, el foco en el deflactor PCE de EE. UU. subraya la importancia de los datos macroeconómicos en las decisiones de inversión. La Reserva Federal observa con lupa este indicador para calibrar la presión inflacionista, y cualquier sorpresa podría alterar la hoja de ruta de los tipos de interés. En este contexto, el retroceso de materias primas y criptomonedas añade una nota de cautela extra, reforzando la sensación de que los mercados entraron en modo defensivo.
Imagen creada con Inteligencia Artificial
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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