En plena carrera por la integración entre Indra (BME:IDR) y Escribano, una maniobra financiera ha hecho saltar algunas alarmas internas. La operación, que podría cambiar la arquitectura industrial y tecnológica de España, se enfrenta ahora a un nuevo compás de espera: el que marcan los números y las dudas de gobernanza. Porque detrás de los balances, hay decisiones que pesan más de lo que parece.
Lo que sucedió
Una operación extraordinaria realizada por la empresa armamentística Escribano ha centrado las miradas de algunos accionistas de Indra. Concretamente, el traspaso de sus participaciones en Indra y Prisa a otra mercantil vinculada a la familia ha disparado sus beneficios de 2024 hasta los 112,5 millones de euros, frente a los 9 millones del año anterior.
Ese movimiento contable ha supuesto una mejora de 34,7 millones de euros en sus resultados, lo que representa cerca de un tercio del beneficio total de este año. Una cifra que ha llamado la atención por su magnitud y su momento: justo cuando la fusión con Indra entra en una fase clave.
Escribano había adquirido su participación en Indra recurriendo a financiación de JP Morgan, entidad que ahora también le asesora en la negociación de la fusión. En ese contexto, la familia plantea una valoración de entre 1000 y 2000 millones de euros para su empresa, en un eventual canje de acciones.
Ante el riesgo de conflicto de intereses, la dirección de Indra ha acordado crear una comisión de seguimiento del proceso. Los hermanos Escribano, implicados tanto en la dirección de su empresa como en la cúpula de Indra, se han apartado formalmente de las decisiones clave en este tramo del proceso.
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Por qué es importante
La maniobra financiera no solo ha elevado el beneficio de Escribano, sino que ha puesto sobre la mesa dudas relevantes sobre el cumplimiento normativo en una operación de tanta sensibilidad. A pesar de la creación de una comisión, persiste la preocupación entre algunos inversores sobre la imparcialidad del proceso, especialmente teniendo en cuenta el papel de JP Morgan como parte interesada.
Aunque no se esperan objeciones formales por parte de la CNMV, el ambiente en el mercado sigue marcado por la prudencia. La sombra de la posible incompatibilidad de Ángel Escribano, presidente de Indra desde enero, aún planea sobre la fusión. Por eso, se ha decidido que la valoración de la empresa militar sea realizada por una firma independiente, diferente de JP Morgan y AZ Capital, los asesores actuales de cada parte.
La firma encargada de esta valoración tiene entre tres y seis semanas para entregar su análisis, aunque el calendario podría acelerarse. Aun así, las fuentes consultadas consideran poco probable que el acuerdo esté cerrado antes de agosto, pese al apoyo significativo del accionariado, incluido el de Joseph Oughourlian, presidente de Prisa, al proyecto de fusión.
Imagen creada con Inteligencia Artificial
Esta historia ha sido editada por Edgli Romero
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