Con un gesto tan simbólico como esperado, Joaquim Agut, presidente ejecutivo de Cirsa (BME:CIRSA), ha hecho sonar esta mañana la campana en la Borsa de Barcelona. Así ha comenzado una nueva etapa para la multinacional catalana del juego, que se ha estrenado en el parqué con una subida inicial del 6 %. El acto, acompañado de aplausos, sellaba un capítulo que llevaba años gestándose y que hoy se convierte en realidad: Cirsa ya cotiza en bolsa.
Lo que sucedió
A las puertas del histórico edificio bursátil de Barcelona, Cirsa ha comenzado su aventura en los mercados con una bienvenida optimista. El estreno ha arrancado con fuerza: el precio de salida se fijó en 15 euros por acción, pero en los primeros compases de cotización ya alcanzaba los 16 euros, un alza del 6,67 %. Con este arranque, la compañía alcanza una capitalización de unos 2.520 millones de euros.
Joaquim Agut, consejero delegado de Cirsa, ha confirmado que más de 250 inversores han participado en la colocación. Entre ellos figuran pesos pesados como BlackRock, Banco Santander y Norges Bank. “Ha habido mucho interés”, ha señalado el directivo, destacando que la demanda multiplicó por ocho el volumen de acciones disponibles, un claro síntoma de la expectación que rodeaba esta salida al parqué.
Cirsa ha sacado a Bolsa un 18 % de su capital social. El resto continúa en manos de Blackstone, el fondo estadounidense que controla la compañía desde 2018. La operación permitirá captar unos 400 millones de euros mediante la emisión de más de 26 millones de títulos, recursos que se destinarán a reducir deuda y a financiar futuros planes de expansión.
La compañía también ha reservado un paquete adicional de 3,55 millones de acciones, valorado en 53 millones de euros, para empleados y directivos. Se trata de una forma de premiar la implicación del equipo, que ha acompañado a Cirsa desde sus inicios en 1978 en Terrassa, cuando empezó fabricando máquinas recreativas.
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Por qué es importante
Esta es la segunda gran operación bursátil en Barcelona en poco más de un año, tras la sonada salida a bolsa de Puig en mayo de 2024, que entonces se convirtió en la mayor OPV europea del año. Aunque Cirsa no juega en esa misma liga en cuanto a tamaño, su entrada en bolsa revitaliza el papel de la capital catalana como punto de atracción para empresas con ambición global.
Más allá del momento festivo, el contexto financiero también es determinante. Cirsa cerró 2024 con una facturación de 2150 millones de euros, un 8 % más que el año anterior, pero con un beneficio neto de solo 12,6 millones, una caída del 84 %. La presión por mejorar su rentabilidad y reequilibrar su apalancamiento (actualmente en el 2,7 %) ha sido una de las motivaciones clave tras este movimiento estratégico.
En su folleto de admisión, la empresa no esconde los retos: el juego es un sector altamente regulado y expuesto a cambios normativos, además de arrastrar una pesada mochila de deuda que supera los 2300 millones. Aun así, Cirsa confía en que esta nueva etapa le permita consolidar su presencia en los 11 países donde opera y avanzar en adquisiciones futuras, aunque por ahora sin nombres concretos sobre la mesa.
Imagen cortesía del catálogo del BME
Esta historia ha sido editada por Edgli Romero
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