Las acciones de Repsol (BME:REP) han recuperado terreno con una velocidad poco habitual en el parqué. Desde los 9,5 euros alcanzados en abril, cuando la sombra de la guerra arancelaria de Trump golpeó al mercado, el título ha escalado hasta situarse en los 14,13 euros actuales. Un ascenso que no solo devuelve confianza a los inversores, sino que también coloca a la energética en el centro de las miradas del Ibex 35.
Lo que sucedió
El repunte de Repsol tiene un punto de partida claro: la sacudida inicial por la incertidumbre comercial mundial. En aquel momento, los 9,5 euros por acción marcaron su mínimo anual, un nivel que reflejaba el temor colectivo a una ralentización económica más amplia. Sin embargo, el comportamiento posterior mostró una sorprendente resiliencia.
Desde entonces, el valor consiguió revertir la directriz bajista y encadenar un movimiento ascendente sólido. Este giro no fue fruto del azar: la cotización se disparó hasta superar los 14 euros, un nivel que devuelve a Repsol a la zona alta de la tabla y que refleja una confianza renovada en la fortaleza de su negocio.
En la sesión de hoy, los títulos avanzan un 0,4 %, un movimiento que los coloca como líderes indiscutibles del Ibex 35. La compañía acumula una revalorización del 19,5 % en lo que va de año, con un patrón alcista sostenido y con un respaldo claro en los indicadores técnicos que siguen de cerca los analistas.
Los gráficos muestran que la acción se mueve ya por encima de su media de 200 sesiones, lo que suele interpretarse como un signo de tendencia positiva de largo plazo. Además, la falta de correcciones recientes sugiere que la presión compradora sigue viva. Los 12,70 euros aparecen ahora como primer nivel de soporte relevante, un 11,3 % por debajo de los precios actuales.
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Por qué es importante
La fuerza de Repsol no solo viene de la inercia bursátil, sino también de la superación de los objetivos marcados en su plan estratégico 2024-2027. Este logro, que va más allá de lo previsto, transmite al mercado la sensación de que la compañía sabe navegar tanto en aguas agitadas como en escenarios de calma.
Otro factor clave es su creciente músculo en energías renovables. En un contexto global donde la transición energética gana velocidad, la diversificación de Repsol le permite jugar en dos tableros: seguir generando ingresos sólidos en hidrocarburos y, al mismo tiempo, posicionarse en el negocio verde. Esa dualidad, apoyada en una buena generación de caja, refuerza su atractivo a ojos de los inversores.
A todo ello se suma una política de retribución que mezcla dividendos con recompras de acciones, un gesto que conecta directamente con lo que más valoran muchos accionistas: la rentabilidad inmediata. Con un balance saneado y una deuda bajo control, Repsol logra invertir sin tensionar costes financieros. Incluso las desinversiones por 1500 millones de euros refuerzan la idea de que la compañía ajusta sus piezas para jugar la próxima partida con más libertad.
Imagen creada con Inteligencia Artificial
Esta historia fue generada por Benzinga Neuro y editada por Edgli Romero
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