El mercado inmobiliario español se encuentra en un momento crítico, a pesar del buen desempeño de la economía general y la creación de empleo. La accesibilidad a la vivienda es cada vez más difícil, con precios que continúan subiendo y una oferta que no logra responder a la demanda. Según datos recientes, la relación entre el precio de la vivienda y los salarios ha alcanzado niveles preocupantes, lo que deja fuera del mercado a una gran parte de la población.
Lo que sucedió
Según El Economista, aunque la economía española muestra un crecimiento sólido y la creación de empleo es fuerte, el acceso a la vivienda sigue siendo uno de los problemas más graves para la población. Un informe de Funcas, elaborado por Ignacio Ezquiaga, revela que el problema no solo es grave, sino que podría empeorar aún más.
El estudio destaca que, pese al crecimiento demográfico y la mejora del mercado laboral, la construcción de viviendas sigue en mínimos históricos. En el sector privado, la producción de nuevas viviendas no despega, mientras que la vivienda pública prácticamente ha desaparecido: entre julio de 2023 y septiembre de 2024, solo se construyeron 244 viviendas públicas, una cifra ridícula frente a las 100.000 que se construían hace décadas.
El problema no es reciente. Durante los años 80 y 90, la producción de viviendas terminadas libres oscilaba entre 100.000 y 200.000 unidades anuales, cifra que se disparó hasta las 600.000 justo antes de la crisis financiera de 2008. Sin embargo, tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, la construcción se desplomó y ha pasado más de una década sin que se llegara a las 100.000 viviendas terminadas anuales. Este desplome ha generado un enorme déficit de oferta que, combinado con una demanda en crecimiento, ha disparado los precios.
El acceso a la vivienda para las nuevas generaciones está prácticamente bloqueado. La escasez de oferta y los altos precios han convertido a los jóvenes en una generación condenada al alquiler. Los millennials que han retrasado la compra de vivienda y la generación Z enfrentan un futuro incierto. Sin una solución clara a corto plazo, los expertos advierten que la situación podría deteriorarse aún más si no se toman medidas urgentes.
Para agravar la crisis, la vivienda de protección oficial (VPO), que solía ser un recurso fundamental para facilitar el acceso a la vivienda a sectores con menos ingresos, se ha vuelto prácticamente inexistente. Desde 2011, la producción de VPO ha caído a niveles casi imperceptibles, lo que elimina cualquier alternativa asequible para la mayoría de los ciudadanos. Con este panorama, cualquier previsión sobre el futuro del mercado inmobiliario en España apunta a una situación aún más complicada si no se produce un giro en la política de vivienda.
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Por qué es importante
La crisis de vivienda en España es consecuencia directa de la escasez de oferta, y ejemplos internacionales demuestran que este problema puede revertirse con las políticas adecuadas. Un caso claro es el de Austin (Texas, EE. UU.) donde los precios de la vivienda han caído un 30% en los últimos años y los alquileres han bajado un 22%. ¿La clave? Construcción masiva y políticas que fomentan la densidad urbana.
Austin ha experimentado un fuerte crecimiento demográfico en los últimos años, duplicando su población desde los años 90. En 2021, los alquileres se dispararon un 25%, lo que llevó a las autoridades a implementar un cambio radical. Se eliminaron restricciones a la construcción, se incentivó la promoción de nuevas viviendas y se permitió la liberación de suelo. Como resultado, el mercado pasó de una situación de extrema escasez a un exceso de oferta, lo que obligó a los propietarios a reducir precios para atraer compradores e inquilinos.
La lección de Austin es clara: si la vivienda es escasa, la única solución sostenible es construir más. En España, sin embargo, la respuesta hasta ahora ha sido insuficiente, con una construcción en mínimos históricos y una regulación que no fomenta el desarrollo de nuevas viviendas. Mientras en Austin los precios caen gracias a la expansión de la oferta, en España siguen subiendo debido a la falta de nuevas construcciones.
La lógica económica es simple: si se quiere evitar una crisis aún mayor, es imprescindible adoptar medidas que incentiven la producción de vivienda en lugar de limitarla.
Foto cortesía de Shutterstock
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