BEIJING, 12 de octubre de 2020 /PRNewswire/ — En Estados Unidos, hay 7,8 millones de casos de COVID-19 con más de 210.000 muertes. Tras elogiar inicialmente la efectividad del gobierno chino al abordar la pandemia, Trump hizo una “vuelta en U” rechazando las críticas de su gestión de la lucha contra el COVID-19 y describiéndolo como el “virus chino”.
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Los documentos publicados el 31 de agosto por el Subcomité Selecto de la Casa Blanca de EE. UU. sobre Coronavirus muestran que los altos representantes del gobierno de Trump restaron importancia a la pandemia. “La Casa Blanca ha mostrado desde junio que los casos de coronavirus estaban aumentando en el país”, pero la administración de Trump ha pedido repetidamente una reapertura de la economía. La postura de la administración ha contribuido a 58.000 muertes más.
Desde que fue elegido en 2016, la prioridad de Trump ha sido ganar un segundo mandato en la Casa Blanca.
Ni la pandemia ni los cientos de miles de muertes cambiarían su plan.
Trump se proyectó a sí mismo como “duro” sobre China subiendo los impuestos a los productos chinos. Todo el acto de condenar a China fue para ayudar a Trump a mantener a sus votantes y los grupos de interés que le apoyan.
Antes de la pandemia, la economía estadounidense subía lentamente y la tasa de desempleo caía. Trump alardeó de este crecimiento como logro suyo.
Las grandes corporaciones y los grupos de interés conservadores que apoyan a Trump quiere una economía estadounidense fuerte y un mercado alcista. Por ello el presidente se centró en el rendimiento del mercado de stock, pero minimizó la pandemia.
Trump se negó a llevar mascarilla en público y atacó al candidate presencial de los demócratas Joe Biden por llevarla. Pero cuando el presidente finalmente se puso una mascarilla en julio, se autodenominó patriota.
Trump ha policitazo la pandemia responsabilizado a otros países y desplazando sus responsabilidad a los rivales politicos.
No hay una cura mágica disponible antes de las elecciones de noviembre. La única manera de reiniciar la economía estadounidense es detener primero la propagación del virus.