Si tus hijos se despertaran y se encontraran con un multimillonario comiendo galletas para desayunar, seguramente también querrían algunas. Eso es exactamente lo que sucedió cuando Warren Buffett se quedó en la casa de Bill Gates y, como si nada, abrió un paquete de Oreo a primera hora de la mañana.
“Una de las cosas que más me sorprendió al conocer a Warren es que básicamente ha seguido comiendo lo que le gustaba cuando tenía seis años”, escribió Gates en una publicación de blog de 2016 con motivo del 25º aniversario de su amistad.
“Por supuesto, superó la comida de bebé, pero por lo general come hamburguesas, helados y Coca-Cola. (Por eso es tan divertido cenar con él). Recuerdo una de las primeras veces que se quedó en nuestra casa y abrió un paquete de Oreos para desayunar. Nuestros hijos de inmediato exigieron también tener alguno”.
La debilidad de Buffett por los dulces es legendaria. En una publicación de blog de 2018, Gates volvió a sacar el tema, escribiendo: “Una de las primeras veces que vino de visita a Seattle, nuestros hijos se quedaron atónitos cuando le vieron zamparse Oreos para el desayuno”.
Y no fue solo una vez. A lo largo de los años, los hábitos de azúcar de Buffett se han convertido en una broma recurrente entre los dos amigos multimillonarios. Gates lo recalcó en 2020, cuando hizo una tarta con Oreo en honor al 90º cumpleaños de Buffett, un homenaje que incluía la cara de Buffett dibujada con glaseado de chocolate y el tema “You’ve Got a Friend” de Randy Newman de fondo.
A pesar de que su amistad va mucho más allá de las galletas tipo Oreo, este anécdota se ha convertido en un símbolo de la camaradería sin complicaciones que ha definido su vínculo durante décadas. Su relación comenzó en 1991, presentado por la madre de Gates, y rápidamente se profundizó a medida que a Gates le impresionaba la visión y la integridad de Buffett.
“Cada vez que estoy con Warren, recuerdo lo afortunado que soy por conocerlo, no solo como uno de los mejores inversores y filántropos de todos los tiempos, sino como mentor y amigo”, escribió Gates en LinkedIn el mes pasado, felicitando a Buffett por anunciar que delegaría el control de Berkshire Hathaway a su sucesor, Greg Abel. “Mi vida cambió el día que nos conocimos. He aprendido mucho de su integridad, su humor y su generosidad”.
Incluyó una foto en blanco y negro de los dos en plena conversación: Gates riendo, Buffett sonriendo y un montón de papeles en la mano. Una instantánea sencilla que capta la esencia de su amistad.
A pesar de que sus rutas filantrópicas han podido cambiar, dado que Buffett ya no ha dejado la mayor parte de su patrimonio a la Fundación Bill y Melinda Gates, los elogios públicos de Gates no sugieren que haya rencores. Si acaso, esta anécdota de las Oreo y el homenaje de la tarta de cumpleaños apuntan a un tipo de conexión duradera que puede sobrevivir a los negocios, la planificación del legado y hasta a una dieta que la mayoría de los médicos no recomendaría.
Porque, al final del día, no todos los multimillonarios pueden permitirse comer galletas para desayunar. Pero Buffett nunca dejó de ser Buffett, y parece ser que a Gates tampoco dejó de gustarle.