CaixaBank (BME:CABK) (OTC:CAIXY) ha captado nuevamente la atención del mercado con una propuesta difícil de ignorar: una rentabilidad para el accionista cercana al 8 % hasta 2027 (fuente: Finanzas.com). Esta previsión se apoya en una política consistente de distribución de beneficios y en un sólido programa de recompra de acciones, lo que consolida su posición entre las entidades financieras más atractivas de Europa.
Un reparto generoso y sostenido
La entidad presidida por Tomás Muniesa ha confirmado que mantendrá un payout de entre el 50 % y el 60 % del beneficio neto. Esto, combinado con la recompra de acciones en curso, llevaría la rentabilidad para el accionista a niveles muy competitivos. Deutsche Bank estima que CaixaBank podría distribuir hasta 13.500 millones de euros entre 2025 y 2027.
Durante este año, CaixaBank ya ha pagado 0,4352 € por acción: 0,1488 € en noviembre de 2024 y 0,2864 € en abril de 2025. Con una cotización actual de unos 7,57 €, esto representa un retorno del 5,8 %, al que se sumarían futuras recompras. Esta estrategia lo sitúa junto a referentes como Intesa San Paolo, Nordea o Banco Sabadell.
Solidez financiera como pilar
Uno de los grandes soportes de esta política de retorno es la fortaleza de su balance. CaixaBank cerró el primer trimestre con una ratio de capital CET1 del 12,46 %, superando sus propios objetivos. Parte de este músculo proviene de la gestión activa de activos fiscales diferidos (DTA), con los que el banco compensó 67 millones de euros solo en el primer trimestre.
Estos DTA — pérdidas fiscales pasadas que pueden utilizarse en el futuro — ascienden a unos 3.200 millones de euros fuera de balance, y podrían añadir entre 15 y 20 puntos básicos a la ratio CET1 en los próximos años. En combinación con una sólida generación orgánica de capital, esto permite mantener una política generosa sin poner en riesgo la solvencia.
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Implicaciones para el Estado
El atractivo de CaixaBank no solo beneficia a sus accionistas privados. De hecho, la revalorización de sus acciones ha abierto una ventana de oportunidad para el Estado español. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), que aún posee cerca del 18 % del capital tras la absorción de Bankia, podría recuperar hasta 10.000 millones de euros de los más de 24.000 millones que inyectó en su día.
Además, la estrategia de recompras ha elevado de forma indirecta el valor de esta participación sin necesidad de una venta masiva, lo que permite al Estado seguir percibiendo dividendos mientras se espera el momento adecuado para desinvertir.
¿El fin del crecimiento? Todavía no
Desde la dirección de CaixaBank, el mensaje es claro: el ciclo de expansión no ha terminado. Gonzalo Gortázar, consejero delegado, ha subrayado que el mercado español aún tiene espacio para más fusiones. Aunque no se contemplan operaciones transfronterizas, sí se valoran posibles integraciones dentro del país.
La experiencia positiva con la integración de Bankia y la posición de liderazgo actual les otorgan una plataforma privilegiada para encabezar un nuevo proceso de consolidación bancaria en España.
Imagen creada con Inteligencia Artificial
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